Lechuga Verde Hoy Venezuela

martes, 6 de mayo de 2014

El verdadero valor del dólar en Venezuela


Es necesario salirle al paso a las opiniones de algunos analistas en torno a la situación cambiaria de la divisa más exigida por la economía venezolana; hemos realizado algunos cálculos preliminares tomando como referencia los datos suministrados por los organismos oficiales y los diarios nacionales. Es así como, apoyados en el presupuesto de divisas anunciado por el gobierno para el presente año de 42 mil millones de dólares, y en base a la serie histórica del 2012, 2013 y el primer trimestre de 2014, haciendo las proyecciones correspondientes en cada uno de los puertos de tasas de cambio: Cadivi: (6,30: 78%); Sicad I (11,00: 16%) y Sicad II (49,50: 6%); los volúmenes transados en cada uno de esos puertos serían, respectivamente: US$32.760; US$6.720 y US$2.520.

Aplicando la fórmula de ponderación, tendríamos los siguientes montos: (32.760 x 6,30) + (6.720 x 11,00) + (2.520 x 49,50)/42.000 = 206.388+73.920+ 124.740/42.000 = 405.048/42.000 = 9,644. Este último valor: 9,644, sería el precio ponderado del dólar transado en la economía venezolana. La devaluación sufrida por el bolívar entre el 2 de febrero de 1999 (573Bs/US$) y el 12 de abril de 2014 (9,644Bs/US$= Bs.9644) representa una devaluación de 1583, muy inferior a la sufrida entre el 18 de febrero de 1983 (4,30Bs/US$) y los 573 del 2 de febrero de 1999 que alcanzó 13.226. Los argumentos contra esta debilidad de la política monetaria, aunque válidos, demuestra que la aplicada durante estos quince años ha sido más eficiente que la de los períodos de Lusinchi, CAP II y Caldera II.

El gran problema de la economía estaría, en consecuencia, a lo interno de nuestras fronteras, y no en los últimos 30 ó 40 años, sino desde que empezamos a ser país petrolero. ¿Qué ha sucedido al interior de la nación a lo largo de los últimos 100 años? Es un problema eminentemente estructural, consecuencia de la deformación de la estructura socio productiva venezolana, con características muy peculiares a partir de 1983. Luis Xavier Grisanti (2007) expresa: «El PIB industrial había mostrado un espectacular incremento de 1.400%, al pasar de 1% en 1949 a 12,9% en 1958 y al 15,2% del producto nacional en 1964, al amparo del modelo de «sustitución de importaciones», iniciado en Venezuela en 1959, manteniendo índices de crecimiento que la llevaron a 18% en 1976 (sic)[i]. Para 1998, ese índice había bajado a menos del 8%. Esa deformación estructural, signada por una producción industrial manufacturera y agroindustrial en franco deterioro, con un empresariado maula, parasitario, porque se dedicó a vivir del erario público y de las importaciones, y embarcado en una aventura desestabilizadora imprudente, ha tenido su cuota parte de responsabilidad en la situación de deterioro actual del aparato productivo venezolano.

Esta situación se agravó por el notable y acelerado crecimiento del ingreso en los últimos años, lo que estimuló la demanda y en consecuencia el consumo de bienes y servicios como nunca antes se había visto en Venezuela, sobre todo a partir de 2004 por la incorporación progresiva de pensionados y otros programas sociales. La producción interna de alimentos, aunque se ha incrementado, ha sido mucho menos acelerada que la del consumo, lo que explica en buena parte la necesidad de las importaciones.

Es muy importante estudiar a fondo la estructura, tanto de la producción como del consumo de los venezolanos, más allá de la demanda. Echar por tierra esas declaraciones fútiles, sin asidero científico alguno, sin fuentes de información estadística valedera, vertiendo cifras locas sin una pizca de credibilidad, como las que vierten a diario los diputados Julio Andrés Borges y Andrés Velásquez, todas ellas faltas de seriedad y responsabilidad, desinformando las estadísticas actuales de producción e importación de alimentos. Investigar de dónde provienen, dónde se originan los bienes que conforman la dieta básica alimentaria del promedio de los venezolanos, precisando los dólares destinados a la importación de los bienes y servicios de carácter suntuario, todos ellos necesidades superfluas creadas por los aparatos publicitarios y propagandísticos y que se adquieren, actualmente, con el dólar transado en Sicad II. Es falso, de toda falsedad, que todos los alimentos que consumimos son importados.

Un estudio publicado el año 2000, dirigido por el Prof. Luis B. Paredes G., Ing. Agr. Msc., Coordinador Adjunto del Postgrado e Producción Animal de la UCV, nos sirve como fuente preliminar de información. El mismo presenta una interpretación de la evolución de la producción de lecha y carne con vacunos en Venezuela, en un período de 60 años. 1940-2000, el cual marca parte del fenómeno de cambios estructurales de la república durante ese período. Ese lapso se dividió, para el estudio, en cuatro períodos: 1) elevados ingresos petroleros, alto crecimiento económico con baja inflación, desde 1940 hasta 1973; 2) bonanza petrolera entre los años 1974 y 1982; 3) primera devaluación del bolívar y tendencia a la caída de los precios del petróleo, 1983-1988; y 4) apertura comercial, en un marco de volatilidad de los precios del petróleo y de las políticas macro y microeconómicas en los años 1989-2000. Luego analizaremos este fenómeno a partir de este último año. El primer período a analizar será 1940-1969
 
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